Las características que debe cumplir un anticonceptivo

Los métodos anticonceptivos no son todos iguales ni poseen el mismo mecanismo de acción. Algunos de ellos, al tratarse como medicamentos o terapias no representan ninguna excepción para ajustarse a la normativa legal de cada país y a las exigencias de las Autoridades Sanitrarias. A pesar de sus diferencias, todos ellos cumplen con 4 características fundamentales:

  • Deben ser SEGUROS, velando por los riesgos y los efectos no deseados.
  • Deben ser EFICACES, en la medida de lo posible pero con estudios clínicos cuantificados.
  • Deben ser ACCESIBLES para poder hacer un uso correcto de ellos y poder informarse de forma correcta.
  • Deben ser REVERSIBLES y permitir la recuperación de la fertilidad tras un tiempo concreto una vez se abandonan.

La seguridad está basada en el riesgo que representa para la salud la administración de un determinado anticonceptivo o el uso de un método más invasivo. Los efectos colaterales que deriven de éste no se incluyen a la hora de demostrar esta seguridad en las pruebas para el anticonceptivo específico, pero sin duda serán un factor importante en la decisión de la mujer o el hombre. Si deseamos incluir estos efectos, entonces se habla de grado de seguridad.

Cabe decir que, ningún método es inocuo al igual que ningún medicamento lo es. Nadie puede demostrar una seguridad al 100% pero sí un alto perfil de seguridad y esto es lo que se debe valorar junto con las demás características.

Así como no hay ningún método 100% seguro tampoco lo hay 100% eficaz. La eficacia de los métodos anticonceptivos se valora según la capacidad que tengan éstos de impedir la gestación ya sea por el propio método o el uso que se haga (olvidos de toma, interrupciones, dejar un dispositivo más tiempo de lo indicado, …). Se cuantifica según el nº de fracasos o concepciones y es el índice Pearl el que asigna la eficacia. Este índice corresponde al nº de embarazos por cada 100 mujeres/1 año de uso.

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Si hablamos de terapia hormonal en relación en la anticoncepción, se tiene muy en cuenta que los valores de eficacia de los estudios clínicos siempre son inferiores al aplicarlo en la vida real. ¿Por qué sucede esto? La respuesta es bien sencilla: existe una tendencia general al empleo inadecuado y esto provoca deficiencia en el método. Por eso, además del índice Pearl, se recurre a una valoración real de la eficacia ponderada según las siguientes variables:

  • Frecuencia de las relaciones sexuales
  • Facilidad del uso del método que se vaya a utilizar (grado de complejidad)
  • Relación entre el método y el coito (por ejemplo, un anillo o un diu tienen más relación que la terapia hormonal).
  • Nivel de información de la persona (sociocultural).

Son parámetros que se pueden entender muy bien. Está claro que a mayor frecuencia de relaciones sexuales hay un mayor riesgo de quedarse embarazada. En cuanto a la relación con el coito, pues no es lo mismo hablar de anticonceptivos orales o el DIU que deben administrarse o aplicarse durante el ciclo o el uso de un preservativo o un espermicida que se utiliza solamente en el momento de la relación. Incluso el método natural del coito interrumpido se considera un método de relación anticoncepción/coito.

En cuanto a la complejidad del método es un factor que debería ser bajo gracias a la compresión e información de la persona que lo va a emplear puesto que los fabricantes destinan un esfuerzo considerable para especificar correctamente las instrucciones tanto a pacientes como al equipo médico o asistencial que debe aconsejar o planificar.

A partir de aquí, la elección última (a no ser que sea desaconsejada por un profesional sanitario) la va a tener la propia persona y su decisión estará influenciada por motivos morales, sociales, religiosos y culturales.

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Otro de los factores citados es la reversibilidad del método y hace referencia al tiempo que tarda la persona en recuperar su capacidad reproductiva. De hecho, salvo la esterilización, los demás mantienen esta propiedad como un principio fundamental.

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